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Actualidad | 23 oct 2023

UNA DERROTA QUE DUELE

Grindetti y una derrota histórica: sólo le quedan Tevez y Jorge Macri como salvavidas político

¿Qué llevó al ex candidato a gobernador a perder la Provincia, la Tercera y Lanús? Grindetti es el gran derrotado. No supo conducir las nuevas tensiones internas luego del 2021. Su burbuja local y su pelea con el colo Santilli sellaron su final político.


Por: Ricardo Carossino

El primer síntoma del gran derrotado, fue caer en uno de los más típicos lugares comunes de quienes no pueden sostener una derrota con un mínimo de dignidad: hacer denuncias incomprobables que solo sirven para embarrar una cancha en la que no se supo jugar.

No hay “diario del lunes” para BonaerenSer que advirtió el clima de errores políticos y electorales que estaban cometiendo, Diego “el pistolero” Kravetz y Néstor “el capataz” Grindetti, que nunca se molestaron en sentarse a charlar con los distintos sectores de JxC de Lanús.

Este medio sabe que el ex candidato a gobernador no sólo no se sentó con los sectores que lo apoyaban, sino que mandó a hacerlo a Kravetz, un hombre que antes de validar su legitimidad se encerró en un núcleo duro que lo llevó a fracasar de manera escandalosa. No puede hegemonizar una negociación electoral interna quien antes no ganó una partida chiva. Pero Kravetz y sus poses de Harry El Sucio, merecerán un análisis aparte.

Al cabo, remitiéndonos al personaje de Harry Callahan, le cabe al intendente electo de Unión por la Patria, Julián Álvarez, la célebre frase de Clint Eastwood, dirigida a Kravetz: “Go ahead, Make my day (adelante, alegra mi día)”.

Volviendo a Grindetti, habíamos advertido desde esta columna de análisis que el relato elegido como candidato a gobernador, igualado al de un candidato a intendente como Kravetz, carente por completo de propuestas, alegría y esperanza, anclado en el desamparo, la portación de armas, la violencia del Estado y sobre todo las frases perimidas de “la aniquilación del kirchnerismo y/o baradelismo”, no estaban siendo eficaces frente a las políticas del gobernador Kicillof de fortalecer el consumo.

También se alertó desde este medio, que las tensiones internas en JxC de Lanús, pedían una atención especial con guantes de seda. Los radicales por ejemplo venían pidiendo una mesa de debate interno sobre la ingeniería electoral y fueron totalmente desoídos, mejor dicho, fueron despreciados.

Otros sectores amarillos, que antaño fundaron los primeros equipos exitosos del PRO de Lanús, que le permitieron a Grindetti encaramarse en el podio de los ganadores, cuando empezó a peinar el Municipio allá por el 2008, también fueron apartados de la mesa de decisiones para dar lugar a nuevos actores que llegaron después del primer triunfo, como algunos núcleos peronistas que creyeron que el manolismo volvía de la mano del pistolero Kravetz. O sea, Grindetti renegó de sus raíces.

Néstor Grindetti tenía todo para hacer una jugada magistral, tal como supo hacer Mauricio Macri en 2011: seguir en la intendencia de Lanús, dejar que otro perdiera la bonaerense a sabiendas de la preanunciada buena performance del gobernador Axel Kicillof, liderar el cambio de época opositor en la Provincia, ahorrarse el problema de un club de fútbol quebrado y cerca del descenso y consolidar la paz interior en su propio territorio con todos los sectores de Juntos por el Cambio, pero increíblemente, el actuario de la ambición desmedida, lo hizo todo mal. ¿Por qué?

Hay una enfermedad política que sufren quienes se consolidan mucho tiempo en el poder. Política del Sur ya lo había empezado a advertir en 2007 cuando se terminó la época de Manuel Quindimil, lo advirtió en 2015, cuando Néstor Grindetti y el PRO se quedaron con el gobierno de Lanús y de nuevo lo vino advirtiendo desde hacía dos meses por las pésimas decisiones que venían tomando (fundamentalmente) los amarillos de Lanús.

Esa enfermedad es la soberbia, una fantasía que se hace carne en algunos dirigentes que deciden encerrarse en una burbuja de aduladores de la más berreta categoría, despreciando a los sectores propios que tienen el coraje de marcar diferencias en favor del resultado de equipo. Justamente, dentro del PRO, donde desde 2015 hasta hace un año, el relato del “equipo” fue la bandera que les marcó el rumbo.

Pero la soberbia no le permitió despojarse de la subjetividad ideológica a Grindetti para razonar en términos de pragmatismo y poder, y eligió entregarse mansamente a los ilusorios cantos de sirena de un Mauricio Macri devaluado y una Patricia Bullrich que creyó ser Angela Merkel sólo porque le ganó una interna a un candidato como Horacio Rodríguez Larreta que nunca abrió la caja de CABA y que jamás pudo desplegar un mínimo de carisma.

Esa enfermedad de la soberbia fue la que le impidió reflexionar a Grindetti para entender que no estaban dadas las condiciones para lanzarse a una disputa que tenía perdida desde antes de empezar, como se dijo en este medio en varias notas de análisis.

Y ahora, en esta serie inédita de patéticos desaciertos políticos, el precandidato a intendente del larretismo, Ignacio Moroni, denunció amenazas de muertes. Amenazas que provendrían de sectores internos del PRO local. Fue durante la noche del domingo y la madrugada del lunes, informó el dirigente. Acusó de recibir llamados y mensajes de texto con amenazas de muerte hacia su persona y entorno familiar. Además, determinó que cuatro personas se apostaron en la puerta de su casa “de forma intimidante”.

Al respecto, en diálogo con PDSur radio, Moroni afirmó: “La mejor manera es poder identificarlos y colaborar plenamente con la Justicia para saber quiénes son, a quiénes responden y quién los envió porque claramente esto es un hecho político y mafioso”.

Hay un espacio de Juntos por el Cambio de Lanús que está buscando un chivo expiatorio. Necesitan no ser los mariscales de la derrota. No quieren dar la cara frente a la militancia interna, que claramente les pasó una factura pesada, que se guardaron para este 22 de octubre.

Así de escandaloso es el final de época del grindettismo. Su hundimiento remite a lo más triste de la política. El repliegue escondido, el despido sin épica y sin la humildad de los grandes. Ahora, el futuro político del amigo personal de Mauricio Macri, está agarrado de la voluntad de un adversario interno que se llama Jorge Macri.

Como lo analizó en su momento PDSur, Grindetti supo criticar la actitud del hombre de Vicente López en 2021 cuando se abrió del Grupo Dorrego y apoyó la candidatura de Diego Santilli. Grindetti no quería al colorado y le pasaron la factura también en el ámbito provincial. Jorge Macri seguramente le va a tirar una soga, pero se la va a cobrar muy caro.

El otro salvavidas que le queda al ex intendente de Lanús, es Carlos Tevez, el DT de Independiente. Si el ex jugador de Boca, fracasa, se lleva con él para siempre la histórica casta lanusense del PRO. El descenso para Independiente sería la culminación de la historia política de Grindetti. ¿Tendrá otra oportunidad para liderar algún tipo de proceso opositor? Para eso debería librar una última batalla con su único enemigo interno, que es su falta de humildad, algo que fue perdiendo con los años.

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